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Wallmapu ex situ, performance en el inter-medio

Por Aldir Polymeris

Hablar de la flora es hablar de la mapu. Mapuche, fauna, ríos, bosque, mar y todo lo que existe en lo que occidente denomina naturaleza, es el territorio de la mapu. No existimos separados de ella, somos un continuo orgánico. Bajo esta sensibilidad y perspectiva, si pensamos en la resistencia del pueblo mapuche es una resistencia por la tierra. No es posible dividir el régimen económico extractivista y contaminante de la lucha y los seres que aquí habitan. Hablar de la flora y visibilizar estos organismos vivos es un acto político en el contexto actual, en que nos estamos muriendo sin agua, con monocultivos alrededor y con el implacable cambio climático.

Paula Baeza Pailamilla[1]

1. Puesta en escena de la primera conferencia de Wallmapu ex situ. Walchenturm, Zürich, Suiza, 17 de Noviembre de 2021. (Credits: Trop cher to share)

Este texto trata de un lugar llamado Suiza, de otro llamado Chile y de un tercero llamado Wallmapu. Wallmapu es un territorio en el que se encuentran inscritas historias complejas y superpuestas, que atraviesan fronteras, narrativas de composiciones híbridas, de perspectivas ensambladas.

Así mismo, Wallmapu ex situ, el proyecto artístico sobre el que quiero escribir aquí, es una obra de múltiples capas. Se trata de una serie de conferencias en línea que se mostraron por streaming a través de un sitio web y que ahora están archivadas allí.[2] Bajo el nombre de grupo Trop cher to share, la artista suiza Nina Willimann y yo fuimos responsables de la concepción y la dirección de este proyecto, en el cual trabajamos con un equipo interdisciplinar de expertes. Gran parte del trabajo consistió en establecer contactos y construir una red con personas que tienen una relación – ya sea biográfica, académica, emocional o artística – con el Wallmapu. Pedimos a estas personas que entablaran un diálogo como representantes de seres no humanes por medio de videoconferencias. Esta práctica especulativa e historiográfica estaba basada, por un lado, en las teorías del sociólogo y filósofo francés Bruno Latour[3] y, por otro, en la cosmovisión mapuche, en la que se entiende al ser humano como parte de la naturaleza y se otorga agencia y voz a entidades naturales.

Pertenecer a un lugar

Mi relación con el Wallmapu es principalmente biográfica. Crecí y fui a la escuela al lado norte del río Biobío, en Concepción. Cuando yo era niño, mi madre, que es suiza y se había trasladado a Chile con mi padre, me solía llevar al campo a visitar a una familia mapuche con la que había entablado una profunda amistad. Unos años después de retornar a Suiza como adulto, empecé a trabajar con Nina Willimann y con ella viajamos a la Araucanía por primera vez en el 2013 para realizar una investigación, una suerte de trabajo de campo, con una comunidad de descendientes de suizos en Traiguén, una ciudad que había sido el centro de la inmigración suiza en la región.

2. El autor junto a Rayén Daza Pilquinao. Wallmapu, a mediados de los años 90. (Credits: Mara Meier)

Luego de nuestro viaje volvimos a Suiza y produjimos la performance Arcadia, un relato de les colones suizes en la Araucanía, en donde narramos la historia de la emigración Suiza al Sur de Chile, con todos los privilegios que el estado chileno en esa época le había otorgado a les colones de Europa y que buscábamos contraponer con la situación de Suiza como una nación que, como muchas otras en Europa, se encontraba cerrándose cada vez más frente a la inmigración de personas provenientes del sur global.

Lo que no supimos abordar en Arcadia, fue aquello para lo cual no encontramos una estrategia artística que nos permitiera acercarnos, con ello me refiero a los conflictos políticos, culturales y territoriales en los que hasta el día de hoy se encuentra sumida la región de la Araucanía y que están íntimamente ligados con la cuestión de la inmigración europea y a la delicada pregunta de cómo quienes no habitamos este territorio, sino justamente uno europeo, podemos lograr, por medio del arte, posicionarnos frente a estos conflictos y de esta manera contribuir con una mirada que pueda ser un aporte, tanto dentro del contexto local de Wallmapu como dentro de nuestro contexto, en Suiza, con la complejidad de la traducciones que esto conlleva. Estas preguntas nos siguieron acompañando y unos años más tarde, creímos haber encontrado un camino para volver a concentrarnos en ellas.

En el 2019, un amigo me había regalado un manual sobre la flora y la fauna de la región del Biobío y al hojearlo me había llamado fuertemente la atención la postura política en relación con la naturaleza endémica que se presentaba desde las primeras páginas del libro. Así, por ejemplo en la introducción, donde Jens Benöhr, uno de los editores de aquella guía, enfatizaba la necesidad de “reconocer las diferencias entre los ancestrales bosques de nuestro territorio y las estériles plantaciones de pino y eucalipto, destinadas a la muerte por tala rasa y obtención de productos forestales” para luego definir el “valor de lo nativo (…) no sólo por su antigüedad o belleza, sino como símbolo que configura un paisaje de arraigo al territorio y resistencia al brutal modelo extractivista que en Chile impera”.

Coincidentemente, en esa época, con Nina nos encontrábamos pensando en volver a viajar a Chile y recuerdo que le mostré y traduje la introducción, que desde el punto de vista suizo parecía insólita: ¿Por qué motivos –nos preguntábamos – un manual acerca de plantas y animales, en apariencia un asunto científico, sin espacio para matices u opiniones, había sido escrito como un manifiesto? Decir que se trataba simplemente de políticas de conservación, de una ecología ferviente, habría sido desconocer la intrínseca urgencia de las palabras del autor, que claramente buscaban perfilar el conocimiento de lo natural en su calidad simbólica y como una resistencia política, cultural y económica, que sitúa a un territorio, en este caso a la Región del Biobío, en una posición muy definida (y, en cierto sentido, desafiante) con relación al mundo.

Continuamos conversando y Nina me habló de Theatrum Botanicum, una obra del artista suizo Uriel Orlow que entiende la flora como un escenario de acontecimientos (coloniales) y, a través de esto, investiga las significaciones específicas de ciertas plantas (como, por ejemplo, plantas medicinales tradicionales prohibidas por el gobierno sudafricano). Nos preguntamos, entonces, qué pasaría si volviéramos a viajar a la Araucanía, esta vez con la premisa de considerar la flora de la región como una testigo e intentáramos entablar una conversación con ella, ¿tal vez esto podría ser una estrategia artística que nos permitiera – como escribiríamos más tarde – “romper los frentes endurecidos entre las partes del conflicto con un tema que no tiene una carga política primordial, un tema ‘neutro’, pero indirectamente ligado a la cuestión del territorio, a la historia, a los conocimientos, a las perspectivas y a las preocupaciones de los actores implicados”?[4]

Hablar de un lugar

Viajamos a la Araucanía a fines del 2019. Allí, visitamos el vivero de un agrónomo suizo, un instituto botánico, una comunidad y antigua reducción mapuche, una escuela agrícola y forestal fundada por un sacerdote suizo, así como reservas naturales, plantaciones forestales, instituciones culturales y museos.

Cada persona que conocimos en estos lugares tenía una actitud diferente hacia la flora, determinada en gran medida por su postura política (y a veces también religiosa o espiritual). Estos encuentros nos abrieron la puerta a una comprensión más profunda del Wallmapu como un territorio en el que el anverso de la modernidad se muestra con especial evidencia: Entendimos la colonización, la explotación de los recursos naturales y la negación del modo de vida de la población originaria – todo ello apoyado en un relato ideal de progreso – como una especie de ilusión (o engaño) que se proyectaba sobre el territorio y que, en lugar de convertirse en realidad, había llevado a una desilusión (o decepción), mientras que el enriquecimiento – el valor generado por la dramática transformación del territorio impuesta en el intento de realizar esta quimera – se manifestaba en otros lugares (en los centros, en el norte global, a beneficio de unos pocos).

La promesa positivista, con la cual se habían clasificado los lugares de este mundo según su grado (o falta) de desarrollo, pronosticando que tarde o temprano todos ellos prosperarían, no se ha hecho realidad. Algunos lugares, como la región de la Araucanía y muchos otros, se han quedado literalmente en el camino, es más, han servido de material de construcción para el camino hacia la modernidad, han sido procesados para generar el combustible requerido para este mismo desplazamiento.

3. Nina Willimann y Aldir Polymeris en la presentación luego del viaje de investigación en la Araucanía, Berna, Suiza, Febrero del 2020. (Credits: Trop cher to share)

A principios del 2020 regresamos a Suiza con material de vídeo, escritos, nuevos contactos y un montón de impresiones y empezamos a preparar una pequeña performance. Muy pronto nos dimos cuenta, de que a la hora de querer hablar del Wallmapu en Suiza se nos hacía necesario primero explicar el contexto, para así acercar las temáticas a tratar a un público no informado, no familiarizado con la historia ni las circunstancias actuales, y esto era algo que nos resultaba tremendamente difícil.

De hecho este texto que tú estás leyendo ahora, está basado en un texto que escribí en alemán, para una revista de arte y pedagogía y que es unas tres veces más largo,[5] esto porque sentí la necesidad de hablar de muchas cosas allí: Del estallido social, de los 30 pesos que pasaron a ser 30 años y luego (citando a Claudio Alvarado Lincopi)[6] 500, de la conquista (que caracterizó como un “megaevento, que llevó a todos los pueblos y seres vivos del continente a una eterna disputa por la tierra, el poder y el origen”), de la mal llamada pacificación, de la reforma agraria, de un tendencioso reportaje de la televisión Suiza acerca de la muerte del matrimonio Luchsinger y otros asuntos más, todo esto, sin poder dejar de lado la preocupación de que aquelles que me leen podrían llevarse una impresión incompleta, mermada y sesgada por imágenes de prensa, de lugares que puedan parecerle similares, de países que, por alguna razón inexplicable, siempre parecen estar en crisis y que por ello son tan distintos y distantes de la realidad que se vive en Suiza.

Por ello, paso a concluir, en ese texto en alemán, que quizá todo relato de otro lugar tenga que abordar problemas de este tipo y pasar a preguntarse: ¿Cómo se describe un paisaje y su historia? ¿A través de qué medios se puede transmitir tal descripción y qué efecto tendrá en todos aquellos que no conocen el lugar descrito? ¿Cómo puede la descripción convertirse, sin embargo, en una imagen que subraye la importancia de esta tan particular historia y que, como en el caso de Wallmapu, pueda evidenciar su relación con Suiza?

Hablar como una planta

“LITRE: ¿Por qué Uds. están acá?

EUCALIPTO: Nos dijeron que si veníamos para acá tendríamos todo lo necesario, sol y agua. Nos dijeron que nos necesitaban acá.

LITRE: ¿Y para qué sirven Uds.?

EUCALIPTO: Tenemos buen aspecto… Y damos sombra y olemos bien.

LITRE: ¿Qué aspecto tienen?

EUCALIPTO: Cuando somos pequeños, somos muy lindos y tenemos hojas redondas y somos suaves como la piel y verdosos-grisáceos, ¡muy lindos!

EUCALIPTO: Y usted, ¿es de España?

LITRE: No, yo siempre he estado aquí.”

Transcripción traducida de un extracto de nuestra performance en 2020 luego de nuestro viaje de investigación en la Araucanía

En febrero del 2020 realizamos una performance con Nina para dar a conocer un resultado preliminar de nuestro viaje por la Araucanía. Esta consistía de un collage de textos que habíamos escrito durante nuestro viaje, videos de entrevistas con personas que habíamos conocido y extractos de documentales y reportajes. Quisimos, además, sabiendo que necesitábamos de un público para probarlo, incluir un pequeño ejercicio performativo que consistía en que Nina y yo teníamos una conversación en donde hablábamos como plantas, específicamente el diálogo era entre un eucalipto y un litre.[7]

En las conversaciones que siguieron a nuestra performance pudimos corroborar que este tipo de práctica de representación de una planta tenía una cierta calidad. Había algo fascinante en ver a una persona describirse a sí misma y a su aspecto con términos que podrían utilizarse para un árbol. Además, la relación de los dos árboles reveló mucho de lo que queríamos abordar: Conflictos territoriales y de intereses, alianzas, enemistades, competencia, deseos, frustración, etc.

Alrededor de la misma época, Nina había empezado a profundizar en el pensamiento de Bruno Latour. En Nunca fuimos modernos, publicado originalmente en 1991, el filósofo y sociólogo francés cuestiona la separación entre cultura y naturaleza y propone que las entidades no humanas (fenómenos híbridos, naturaleza vegetal, material o de otro tipo) también deben entenderse como dotadas de agencia.

A partir de estas consideraciones, de la ontología mapuche y de la crítica de Latour a la modernidad, decidimos explorar la posibilidad de mantener una conversación en la que entraran en diálogo no sólo las plantas sino todo tipo de seres no humanos. En consecuencia, decidimos trabajar con la propuesta de Latour de un parlamento de las cosas, es decir, un lugar donde pudiera tener lugar una conversación entre seres no humanes. Para ello, reunimos un pequeño equipo formado por la artista Paula Baeza Pailamilla, el historiador José Cáceres Mardones, la escritora y botánica Mara Meier y nuestra dramaturga Johanna Hilari.

Wallmapu ex situ

Unas semanas después de nuestra performance, fue impuesto el primer confinamiento en Suiza y, sin saber cuándo podríamos volver a viajar a Chile, quisimos buscar una manera de seguir trabajando en nuestro proyecto. Para ello y dado a que les integrantes del equipo recién conformado vivíamos todes en lugares diferentes, decidimos iniciar una colaboración a la distancia. El intercambio fue fructífero: Nos reuníamos con regularidad en sesiones en línea en la que discutíamos preguntas que nos iban surgiendo de nuestro trabajo en conjunto: ¿Quién está legitimado para hablar por quién? ¿Cuáles son las particularidades de una conversación por Zoom y qué conjunto de reglas son necesarias para mediar ésta? Decidimos hacer una lista de posibles seres no humanes que tuvieran un impacto particular en la Araucanía y empezamos a dilucidar de qué forma podríamos hacer que estos seres entraran en un diálogo. Fue necesario encontrar nuevas formas de hablar entre nosotres y las encontramos en una práctica especulativa y a su vez colaborativa de narrar, preguntar y escuchar.

4. La segunda conferencia de Wallmapu ex situ, en el Schlachthaus Theater en Berna, Suiza, 1 de Diciembre 2020. (Credits: Trop cher to share)

En los meses siguientes nos pusimos en contacto con varias personas del Wallmapu y les pedimos que participaran en una conferencia como representantes de un ser no humano al cual se sintieran particularmente cercanes y que tuviera una injerencia significativa en la Araucanía. Realizamos tres conferencias con cuatro a seis representantes cada una, que hablaron por un ser y mantuvieron una conversación improvisada entre elles. Además, hubo una moderación en directo, una traducción simultánea del español al alemán y la posibilidad de ver las conferencias en directo por streaming o de forma presencial en un teatro en Suiza.

Luego de realizadas las conferencias, continuamos el trabajo creando una obra de performance que llevó el título de “Wallmapu ex situ: Territorio expandido” en donde continuamos la colaboración con algunos seres que habían aparecido en la conferencias e incorporamos a más personas al equipo en Suiza para generar una experiencia más escénica. También esta performance se mostró de forma híbrida: Por streaming y de forma presencial. Este conjunto de creaciones, entonces, el sitio web, escritos y videos publicados en él, las conferencias y finalmente la performance, conforman una obra que deambula entre el intento (siempre inconcluso) de representar a une ser no humane y generar para les humanes implicadas en ella (tanto participantes como performers, tanto en Suiza, Chile o el Wallmapu) nuevas perspectivas sobre el Wallmapu y su relación con Suiza.

De esta forma, en “Wallmapu ex situ” pudimos tratar muchos temas, como la colonización de la región de la Araucanía, concretamente por los colonos suizos, la extinción de animales y plantas, el cambio del paisaje, la silvicultura y sus efectos regionales y mundiales, la idea de progreso, el uso de la violencia para la opresión, la demarcación de fronteras, el poder simbólico de la bandera mapuche, las mezclas y el mestizaje, la soledad y las alianzas, las visiones de futuro y las decepciones.

Al poner a personas en la posición de no humanes y de reunirnos en un nuevo espacio que no está ni en Suiza ni en el Wallmapu, pudimos generar nuevas narrativas e imágenes que nos permitieron nuevas formas de ver el Wallmapu y la relación entre nosotres, les humanes, y otres actores en esta tierra. Los diálogos e intercambios permitieron a los seres no humanos plantear preguntas que quizá nunca se habían hecho antes de esa forma: Así, por ejemplo, el caso del Chilliweke: un animal extinguido hace siglos, al que se le atribuye un significado espiritual y se le invoca regularmente en ceremonias de súplica, ya que de él se dice que vela por las preocupaciones de les Mapuche. En el transcurso de las conferencias en las que participó, cuestionó su relación con les humanes: No hay duda de que los wingkas, los blancos, con su deseo de muerte y los animales que trajeron consigo, fueron responsables de la extinción de los chilliwekes, pero ¿cómo era la convivencia de los Chilliwekes con les Mapuche? ¿Hubo realmente una cooperación igualitaria? ¿Realmente querían los Chilliwekes cargar con cosas pesadas, ser esquilados y sacrificados? O también el caso de la “Histórica Relación del Reyno de Chile”: Un libro que fue escrito a mediados del siglo XVII por un jesuita europeo para promover la evangelización en el así llamado Reyno de Chile, quien durante las conversaciones con los otros seres con frecuencia se encontró con que los conceptos con los que fue escrito no coincidían con la realidad descrita por los otros seres y  de esta forma fue confrontado a su propio colonialismo, hasta el punto  querer replantearse y de esta forma preguntar «¿Puede un libro aprender y reescribirse a sí mismo?». Así también el caso de la Euca, el árbol del Eucaliptus, quien se describió como un ser presente en cada vaso de cartón, en libros y periódicos, en las tablones que conforman el escenario donde se llevó a la performance, dado a que su su cuerpo es la materia prima para la extracción de celulosa, de la que Chile es uno de los principales exportadores del mundo, y que la hizo así autocomprenderse como una planta famosa por estar presente en todo el mundo, pero a su vez una rehén del extractivismo y la explotación por parte de les humanes.

Agradecimiento

Esta colaboración fue (a pesar de tratar de seres no humanes) profundamente inter-humana y desafiantemente intercultural y surgió gracias a una intensa y estrecha colaboración que pudimos construir a pesar y gracias a la distancia y a las telecomunicaciones, gracias a los conocimientos que se reunieron a través de las personas implicadas, y gracias a la confianza personas de Wallmapu y de Suiza depositaron en nosotres.

Agradezco en esta instancia a mis colegas y colaboradores Paula Baeza Pailamilla, Marcelo Baeza Perry, Jens Benöhr, Jose Cáceres Mardones, Daniela Catrileo, Colectivo Chilliweke, Alberto Dufey, Rayén Daza Pilquinao, Yumiko Egloff, Andrea Herrera Poblete, Johanna Hilari, Joel Inzunza Leal, Demi Jakob, Barbara Kurth, Frida León Beraud, Mara Meier, Paulina Quintero, Francisco Rios Araya, Diana Rojas-Feile, Malte Seiwerth, Juliana Simonetti, David Stark, Kütral Vargas Huaiquimilla, Cristian Vargas Paillahueque, Janosch Perler, Salomé Rodríguez Bär, Nina Willimann, Liv Zumstein, así como a las fundaciones e instituciones que nos apoyaron.

Estoy muy agradecido de haber realizado este proyecto, sobre todo, porque hemos conseguido crear una experiencia performativa, medial y escénica en la que los diferentes elementos y niveles están vinculados de tal manera que se apoyan mutuamente y pueden conducir a una comprensión más profunda (estética, emocional y dialógica). Lo que, así espero, puede leerse, entre otras cosas, como una forma alternativa de generación de conocimiento y una propuesta de una nueva forma de comprensión, en la que la ficción (alización), la experiencia personal, los hechos políticos, la historia y los posicionamientos se entremezclan creando una compresión múltiple de un lugar.


Aldir Polymeris

Es artista de video, performer y mediador cultural. Creció en Chile y Suiza y, tras un año de etnología en la Universidad de Concepción, estudia arte e historia del arte en la Universidad de las Artes de Berna. Con su grupo Trop cher to share, crea e interpreta regularmente obras escéncias, además Polymeris es cofundador y gestor de la Casa de Artistes Schwobhaus (Berna) y copresidente de la Comisión de Arte de la Ciudad de Berna.


[1] Paula Baeza Pailamilla, Que no nos escriban la historia, Temuko, escrito inédito, 2020.

[2] Wallmapu Ex Situ: https://www.wallmapu-ex-situ.net/

[3] Bruno Latour, Nunca fuimos modernos: Ensayo de antropología simétrica, 1991.

[4] Jens Benöhr, Bosques de la tierra del Biobío. Flora nativa de la región, Hualpén, Trama Impresores/Organización Senderismo y Naturaleza Educación, 2017.

[5] https://sfkp.ch/artikel/wallmapu-1

[6] Claudio Alvarado Lincopi, “Una razón antropofágica para una constituyente plurinacional. De la nación blanqueada a la comunidad política abigarrada” en: Pairican Padilla, Fernando/Burgos Cartes, Rodrigo (Ed.), Wallmapu. Ensayos sobre plurinacionalidad y nueva constitución, Santiago, Centro de Estudios Interculturales e Indígenas/Pehuén Editores, 2020, pp. 89–104

[7] El Litre es un árbol autóctono de la región de la Araucanía que puede provocar irritaciones en la piel y que, en la tradición mapuche, tiene una especie de función de guardián o de vigilante, ya que si se quiere pasar ileso por un terreno en donde él se encuentra, hay que saludarlo cortésmente y pedirle permiso.